La jubilación, especialmente para los trabajadores autónomos, es un tema de sumo interés.
Para poder recibir en un futuro la pensión más alta, que corresponde a 2.659 euros, se debe cuadruplicar su base de cotización. Esto supone pasar de una cuota mínima de 283 euros a 1.220 euros como máximo.
Este coste, no todos están dispuestos a asumirlo. Un 86% de los trabajadores autónomos cotiza por la base mínima, según la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA). Esto, les da derecho a una pensión de 774 euros.
Para el año 2040, la esperanza de vida en España será de unos 86 años según indica el Instituto de Medición y Evaluación de la salud de la Universidad de Washington (IHME), esto supone que tendremos dos décadas desde que nos jubilemos hasta que muramos.
En este periodo, con un base mínima de cotización, el autónomo percibiría del Estado un total de algo más de 185.000 euros y con la máxima 640.000 euros.
Con 30 años, tendría que invertir 110 euros todos los meses hasta la edad de jubilación para alcanzar la jubilación máxima, lo que supondría una inversión acumulada de tan solo 26.400 euros; con 40, el gasto sería de 300 euros mensuales (72.000 euros).
Pero el truco se encuentra en el interés compuesto, ya que si invertimos en un producto que de media tenga un 10% de rentabilidad anual, este beneficio se va acumulando a la inversión inicial por lo que la cantidad sobre la que aplicar cada año al interés es mayor.
Esto, exige un sacrificio de constancia y periodicidad. Es importante tener en cuenta que la única opción que tienen los autónomos es invertir.
Con el retraso de la edad de jubilación a los 67 años y la ampliación del cálculo de las pensiones a los 25 últimos años de vida laboral, los autónomos que quieran tener derecho a la pensión máxima deberían elevar su base de cotización a partir de los 42 años o a los 40, en caso de que puedan jubilarse a los 65 años.